sábado, 22 de noviembre de 2014

Una misma edad evolutiva





Fresco. Como el agua de río.
Salado. Como el agua de mar.
Real. Como como la hoja
y la uva otoñal.
Tierno 
como físicamente un niño pequeño,
como el guiso en su punto 
que la madre preparaba,
como el fruto maduro al cosechar
Dulce como la miel,
como el flan que temblaba
ante los golosos ojos de la infancia
Picante como guindilla, chiles,
como pimiento del Padrón.
Valioso. Infinítamente más 
que el oro, las gemas, las huevas 
de esturión o el azafrán 
Así, Amor Embriagador, tú eres para mi

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