Fresco. Como el agua de río.
Salado. Como el agua de mar.
Real. Como como la hoja
y la uva otoñal.
Tierno
como físicamente un niño pequeño,
como el guiso en su punto
que la madre preparaba,
como el fruto maduro al cosechar
Dulce como la miel,
como el flan que temblaba
ante los golosos ojos de la infancia
Picante como guindilla, chiles,
como pimiento del Padrón.
Valioso. Infinítamente más
que el oro, las gemas, las huevas
de esturión o el azafrán
Así, Amor Embriagador, tú eres para mi
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