Mónica Oriol e Icaza forma parte de la dinastía vasca de los Oriol, aunque su nacimiento se produjo en Madrid. Biznieta de José Luis de Oriol, fundador de Talgo, nieta de José María Oriol, histórico presidente de Hidroeléctrica Española (hoy, Iberdrola), e hija del arquitecto Miguel Oriol, esta madrileña de nacimiento se declara abiertamente vasca.
Inicialmente trabajó en la inmobiliaria familiar Momisa, pero para poder compaginar su vida familiar y profesional, su marido, Alejandro Aznar (presidente de Bodegas Marqués de Riscal), le sugirió que creará su propia empresa. Con 600.000 pesetas, en 1989 compróSeguriber, empresa de seguridad que por entonces contaba con un solo cliente y menos de veinte empleados. Allí pudo aplicar sus conocimientos económicos y poner en práctica las lecciones que siempre le gustó impartir a sus universitarios. La empresa de seguridad fue creciendo y llegó a tener 3.000 empleados.
No se cansa de decir que gestionar personas es siempre lo mismo: “dar pautas de comportamiento, exigir, premiar y castigar”. A su entender, “se manda igual a los ingenieros que a las señoras de la limpieza”. Pero también reconoce que hay que saber rodearse de personas inteligentes en todas las áreas de gestión.
Hace gala de en saber fijar un calendario y cumplirlo a rajatabla. Incluso para no perder tiempo, se mueve en moto por la ciudad, tanto para compromisos profesionales como para temas personales. Y no es de extrañar. Necesita todo el tiempo posible para atender a seis hijos y cuatro nietos, y no perdona un fin de semana en el campo.
Reconoce que ésta es la etapa más dura que le ha tocado vivir en su periplo profesional. Para avanzar en el sector tuvo que unir Seguriber con el grupo Umano (ahora suman 6.000 empleados y una facturación de 150 millones de euros). Convencida del valor de la figura del empresario, le gusta estimular el espíritu emprendedor entre los jóvenes, especialmente en períodos críticos como el que nos ha tocado vivir.
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