Son resina las palabras
y de cera son las letras
y el papiro palmatoria
Y el corazón del poeta
es la mecha que se inflama
y derrite en la corteza
labrando cauces de nácar,
collares de miel en perlas
que atrapan a los poetas
Que el sentimiento contagian
con esa magia perlada
que le decora la cara
al entreabrir en afluentes,
las fuentes de los sedientos,
del sentir abrevadero
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