Están formados por tu ADN, mi ADN, nuestro mismo ADN HUMANO
Es extraño tener por corazón
una aterida hoguera
Sus llamas invernales témpanos
que la dermis queman
Sus ascuas
son estrellas de nieve que al golpear,
cruel aldaba, de cráteres me marcan,
me flagelan
Y me acerco al fogón, ingénuamente,
esperando que al calor de la externa
se derrita el rescoldo
para poder arder libre de pena
Más la fría Maestra me vigila
y me muestra por mágico guiñol
bañada nuestra tierra
por aguas bermellón
e inertes,
a las uvas flotando indivisas al mosto
Y de nuevo, ártico incombustible,
la epidermis me abrasa y me congela
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